Todos sabemos que hay varios factores que influyen en nuestro envejecimiento. Una parte del envejecimiento está determinada genéticamente, nos viene dada por herencia; pero hay además otros factores que están implicados en este proceso, y la mayoría los podemos evitar.
La principal fuente de radicales libres (moléculas directamente implicadas en el envejecimiento) externa a nuestro organismo es la radiación solar. Se ha demostrado científicamente que una excesiva exposición solar sin una protección adecuada acelera en gran medida el proceso de envejecimiento, además de favorecer la aparición de lesiones pigmentadas a nivel cutáneo y de cáncer de piel.
El grado de envejecimiento cutáneo provocado por la radiación solar será directamente proporcional a la exposición a la que nos hayamos sometido (sobretodo antes de los 20 años) e inversamente proporcional a la protección que hayamos utilizado y al fototipo de nuestra piel.
Otros hábitos también están implicados en el proceso de envejecimiento, por ejemplo el tabaco, el sedentarismo y la dieta hipercalórica:
TABACO Y ENVEJECIMIENTO
Existe evidencia científica del daño que puede ocasionar el consumo de tabaco a nuestro organismo a muy distintos niveles. En cuanto al envejecimiento, que es lo que nos atañe en este momento, existen estudios que a partir de la comparación de gemelos idénticos (uno fumador y el otro no fumador) han determinado cuáles son los puntos en los que el tabaco puede provocar un mayor grado de envejecimiento, y estos son:
- Redundancia y caída párpado superior
- Bolsas párpado inferior
- Bolsa malar (adyacente a la bolsa del párpado inferior)
- Surco nasogeniano (líneas de la nariz a la comisura labial)
- Código de barras
- Arrugas labio inferior
- Bull-dog o cocochas (flacidez, abultamiento en la mandíbula)
Además, la piel de los fumadores presenta mayor desestructuración del tejido elástico (elastosis) y la neoformación de colágeno y elastina está disminuída, y existen el doble de complicaciones postoperatorias en fumadores que en no fumadores.
DIETA Y ENVEJECIMIENTO:
Un consumo calórico alto conduce a la producción alta de radicales libres.
Se cree que reducir el aporte de calorías en la dieta es además la única forma que existe para aumentar la longevidad máxima de la raza humana, siempre y cuando se mantengan unos niveles adecuados de vitaminas, minerales y proteínas.
Con la dieta somos además capaces de introducir una serie de antioxidantes que van a combatir los radicales libres que hemos dicho que nos van a hacer envejecer. Los principales antioxidantes son la Vitamina E, vitamina C y vitamina A, además del Zn y el Mg.
Por lo tanto va a ser aconsejable llevar una dieta baja en calorías y rica en antioxidantes. Los alimentos más ricos en antioxidantes son las verduras y frutas, en concreto las siguientes:
- Los aguacates
- Las bayas (moras, fresas, frambuesas, arándanos…)
- El brécol
- El repollo y todas las coles en general
- Las zanahorias
- Los cítricos
- Las uvas, que contienen hasta 20 antioxidantes
- Las cebollas, sobre todo las moradas
- Las espinacas
- Los tomates
ACTIVIDAD FÍSICA Y ENVEJECIMIENTO:
Un estudio efectuado por la Universidad de San Diego (California) a partir de la población geriátrica, objetiva que las células de las personas sedentarias corresponden a unas células 8 años mayores a las de las personas que realizan al menos 40 minutos de actividad física al día.
La Universidad de California aconseja realizar al menos 30 minutos de ejercicio al día para combatir el envejecimiento.
Espero que os haya resultado un artículo interesante y que os anime a llevar unos hábitos de vida más saludables.
Dra. Alba Pradillos Garcés. Institut Cimax. Mataró